domingo, marzo 20, 2005

 

Recuperamos el pollo, vamos por la carne

Una temible avanzada de grupúsculos de agiotistas, intermediarios parásitos y especuladores fue frenada por nuestro Pastor y sus heroicos funcionarios.

En la Comunidad Organizada Ovina no hay lugar para aumentos de precios inconsultos. En esta oportunidad, para que no nos acusen de autoritarios, sólo establecimos “acuerdos” sectoriales de articulación de intereses y baja de precios a niveles establecidos por el Ministerio de la Planificación.

Como bien saben las ovejitas, los precios no se incrementan por la impresión de billetes ni por el crecimiento de la demanda. La verdadera causa es el afán de lucro desmedido (las famosas ganancias extraordinarias) por parte de señores empresarios que “quieren ganar por precio y no por volumen”, como así también la es el exceso de intermediarios desde el productor hasta el consumidor. Ya hay planes para regular los comercios minorista y mayorista, en virtual anarquía desde los ‘90s.

También se ha declarado el estado de alerta y movilización ante los incrementos en los precios de la carne vacuna, componente insustituible en la dieta del Rebaño; en particular, el celebérrimo chori, mojón de nuestras identidades nacional y política.

 

Perdón Sadam

Hemos recibido una gacetilla que gentilmente nos hiciera llegar nuestro amigo, el inefable líder piquetero Vladimir Ilich Rodríguez Ulianov Smith, más conocido como VIRUS o Vlad el Empalador.

En la misma se convoca a la marcha, convocada por 300.000 organizaciones argentinas de derechos humanos, en contra de la invasión imperialista a Iraq, el retiro de las tropas invasoras, la anulación de las reciente farsa de elecciones de enero y la reinstauración de Sadam Hussein, líder popular, progresista y anti-imperialista. También se reclama la devolución a Sadam de sus docenas de palacios en el estado en que se encontraban en marzo de 2003 y la liberación de todos los presos políticos de la Guardia Republicana, la policía secreta y los insurgentes, en particular los que colocaron bombas a mujeres y niños, los predilectos del Che. También se reclama el encarcelamiento (o fusilamiento, lo mismo da) de los gobernantes y de los asambleístas electos, pérfidos traidores de la revolución árabe, paso necesario para restablecer la verdadera democracia.

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