domingo, abril 10, 2005

 

Infiltración oriental frustrada

La renovada Justicia de la Nueva Argentina cumple con su deber: siempre atento a los incontables peligros que enfrenta nuestra Identidad Nacional Ovina, el Tribunal Superior de Justicia de la Capital Óvida aplicó todo el rigor del Santo Estatuto Docente a un desvergonzado agente uruguayo que quiso inscribirse en varios concursos docentes. El Estatuto, en sana previsión de los intentos de pervertir nuestros egregios valores, prohíbe a los extranjeros el ejercicio de la docencia. No importa lo que la constitución (art. 20) diga sobre igualdad de derechos. Cuando la Patria está en peligro, esos vetustos derechos decimonónicos son nulos; la pesificación asimétrica más exitosa de la historia nos lo demuestra. El Superior Tribunal tomó en cuenta también unos panfletos presentados por el Gremio de los Huelguistas de la Educación. Estos lúgubres documentos, hallados por los gremialistas en el domicilio del malogrado oriental, contenían instrucciones para la promoción de la disolución nacional. El agente habría de propagar mendaces nociones antiargentinas: Gardel es uruguayo, así como el dulce de leche y las islas Martín García y Maciel (reconocido por el Comité de Descolonización de la ONU); tampoco serían argentinos el colectivo, el asado, las empanadas y la birome. La calle más larga del mundo está en China y la más ancha, en Rusia... Terminar de escribir el anterior párrafo nos provocó vómitos y taquicardia, un pequeño precio a pagar por alertar al Rebaño. Se trata de una amenaza aún peor a la de Sarmiento y sus maestras yanquis ¡Ovejas, desconfíen siempre de los extranjeros, no son argentinos como nosotros!

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